Capitulo 1B: Noche, Puerta del Rey

- Repítelo - ordeno Jack en alarde de rabia contenida.

El capa dorada se tambaleo y dio un paso atrás, era apenas uno de los tantos novicios que habían ascendido apresuradamente a guardias para suplir todas las vacantes necesarias para controlar el torneo del príncipe y la mitad no sabía colocarse aún los pañales ellos solitos.

-Ser - intervino una voz mayor, procedente del guardia que acompañaba al cobarde novicio. Era mayor, grande como un armario, con voz ronca y mirada inflexible - Nadie puede salir a estas horas de la ciudad, son órdenes de su majestad la reina -

<< ¡Que los otros se lleven a la Reina! >> Al parecer encontraban un peligro para la seguridad de la ciudad aquellos que llegaban para asistir el torneo, no los caballeros por supuesto, pero si los rateros, mendigos, buscavidas y asesinos que se aprovecharían del acontecimiento. Antes habría esperado dormir bajo un porche o un árbol, ahora parecía condenado a hacerlo en el lecho de pulgas. Sin saber porque la última opción le parecía más acertada que dormir bajo el techo de la Pomposa.

La joven espada juramentada se detuvo a valorar un segundo si podía hacer frente a ambos guardias con su hacha, y creyó, que por lo menos de ambos sí que se podía deshacer. Pero no valían ni la pena intentarlo a no ser que quisiera pasarse los siguientes años en un calabozo en las entrañas de la Fortaleza Roja.

Trato de insistir:

- Debo asistir a un cita en la zona de pabellones con Lord Emrly, para tratar asuntos de la casa Highshield - intento parecer lo más solemne que le fuera posible.
- Son ordenes explicitas Ser, si tenéis asuntos que tratar preguntarle al jefe de la guardia –
- Esta bien, ¿Dónde puedo encontrarme con él? - pregunto Jack ya más sereno.
- En la zona de pabellones – el guardia estallo en una profunda carcajada. Su acompañante se incorporo al coro con una risa nerviosa.

Jack estaba rojo como un tomate, pero solo pudo girar sobre sus propios talones y deshacer sus propios pasos. Buscaría una posada, aunque tampoco podría costearse gran cosa.

<< Me pregunto que tal le habrá ido la búsqueda a Squall Leonhart>>

Lo siento mi señor, pero todo esta ocupado - Dijo amablemente el posadero - Las justas empiezan mañana y obviamente estoy al completo, pero si lo desea, puede quedarse en la sala común, se esta caliente y los sillones son bastante cómodos - Advertí unos sillones que la verdad, tenian bastante buena pinta.

Sin problemas, llevo un par de horas dando una vuelta por las calles y la verdad, un poco de frío si hace - dije al tiempo que soltaba un venado de plata en el mostrador - Me gustaría algo para comer, ya se que son altas horas, pero seguro que puede hacer algo, aunque no sea ningun guiso, con un té me bastará, gracias

Me dirigí hacia el sillón mas cercano al fuego, era una estancia bastante buena, el guarda no mintió.

Al rato me traían una pequeña mesita junto con una taza de té y una tetera, azucar y unas pastas, ante lo cual me sentí muy agradecido.

No había comido nada desde hace varias horas, y no habia cenado...asi que fijaos.

Me acordaba mirando el resplandor de las llamas de mi madre...con el cabello castaño, tumbada en sus aposentos, leyendo libros...le encantaba leer, el maestre tuvo mucha paciencia, pero al final encontró recompensa en tanta devoción.

Tendré que ir al Bosque De Los Lobos para presentar mis respetos ante su tumba. - Pensé...

Menos mal que la caja pesa poco, y ahora...que relajado se está aqui.

Ser´s.... espero volver a veros...la casa Highshield y la casa Redhowl

Tras un rato caminando, Kalen llegó a "El sueño del Rey".

Era tarde y la sala común estaba a oscuras, tan solo el brillo de las brasas de la gran chimenea iluminaba ligeramente el lugar. Avanzó hacia las escaleras, pero de repente un leve sonido tras él lo detuvo. Bajó la mano hasta la empuñadura de la espada y se dio la vuelta.
En uno de los sillones había una sombra.

– ¡Ser Kalen! – exclamó la somnolienta hija del posadero – Me habéis asustado.

Kalen se tranquilizó y soltó la espada. La joven se levantó y se acercó al caballero. Era muy hermosa y lo miraba con sus preciosos ojos verdes llenos de compasión.

– ¿Habéis averiguado algo mas? – se interesó. Era unos veinte centimetros mas bajita que Kalen y lo miraba desde abajo con su dulce rostro perlado de preocupación.

– Me temo que nada nuevo, Nara – le contestó apesadumbrado.

– Lo lamento – su expresión cambio de pronto, su rostro mostraba ahora una expresión picara – Puede que necesiteis consuelo y calor esta noche – dijo con una lujuriosa sonrisa mientras acariciaba suavemente el lobo del escudo que Kalen llevaba en el pecho.

– Lo siento, Nara, pero hoy no estoy de humor – dijo devolviendole la sonrisa – puede que mañana.

Le dio un beso en la frente y se dio la vuelta y siguió andando hacia la escalera.

– Buenas noches, preciosa – le dijo antes de perderla de vista escaleras arriba.

Nara se quedó mirando las escaleras sonriendo dulcemente. Decidió que nadie mas vendría esa noche y cerró la puerta con llave.

En el ultimo piso Kalen se había detenido frente a la puerta de la habitación donde había muerto su hermana. Se quedo un rato mirando la oscura madera labrada como si pudiera ver a través de ella.

– Buenas noches, Kayla – susurró por fin – Encontrare al que te hizo esto.

Continuó caminando por el pasillo enmoquetado y entró en su habitación. No tardó en dormirse.

Entre cabezadas y cabezadas llegó la ansiada mañana, vi que no habia nadie en toda la sala, excepto el posadero barriendo el suelo y las migas de las pastas que se había tomado esa madrugada.

Buenos días señor - Me dijo el posadero una vez me vió, dejó la escoba y se dirigió hacia la zona de la cocina, rapidamente me trajo una jarra de hidromiel y unos huevos con panceta - Lamento el haberos negado una habitacion por no disponer de ella, pero al menos el desayuno se lo serviré yo

Se lo agradezco, buen hombre, la verdad...tenía apetito - Contuve las ganas de comermelo de golpe y con sumo cuidado, como si me hubiera criado una septa, comí pausadamente, la verdad, estaba riquisimo.

Me levanté y cojí mis cosas... prefería haber tenido mi arco a mano en vez de la caja de vinos, que se le va a hacer, aunque antes de salir...

Perdone- Le dije al posadero - ¿Se aloja aquí un Ser bajo el escudo de la casa Redhowl?

Kalen Redhowl se incorporó y se quedó sentado en la cama durante unos minutos. Apoyó la cara entre las manos y se frotó las sienes. No había dormido bien, cada vez que conseguia conciliar el sueño, la misma pesadilla.

Kayla corría por un oscuro callejón, descalza y vestida únicamente con un largo camisón blanco. Detrás de ella, una oscura figura encapuchada se le acercaba a pasos lentos pero firmes, pero por mucho que corriera siempre la alcanzaba. Kayla suplicaba, pero no servia de nada, la sombra la apuñalaba una y otra vez. En algunas ocasiones la sombra era su esposo, Rayner Boultworth, en otras era él mismo quien mataba a su hermana.

Por fin se levantó. Se lavó en el palanganero y se vistió. Se puso el jubón con el escudo de su casa y se ajustó la gruesa capa de lana roja. Por ultimo se colocó el cinto con la espada y la daga. “Hoy tampoco es un buen día para que os pasee” pensó mirando su armadura y el magnifico mandoble apoyado contra la pared.

Salió al pasillo y se encaminó a las escaleras. Cuando pasó junto a la puerta contigua a la suya, la rozó con la mano, pero no se detuvo. Al llegar a la sala común encontró a unos pocos caballeros preparándose para salir hacia el torneo.

– Buen día – saludo al entrar en la sala.

Recibió varios cabeceos y sonidos guturales como respuesta. El posadero lo vio acercarse y lo saludó con una sonrisa mientras corría a la cocina. Cuanto mas veía al feo y rechoncho posadero mas convencido estaba de que Nara era bastarda. El posadero salio de la cocina con un plato y una copa. Kalen se sentó en la mesa mas cercana.

– Panceta de jabalí y queso con uvas del Rejo – anunció – También este magnifico vino espaciado es del Rejo, ser.

Kalen se lo agradeció. Se lo comió todo lo mas rápidamente que pudo sin perder las formas, estaba delicioso. Cuando hubo acabado, se levantó y tras despedirse, salio a la calle.

El día era soleado y mas cálido que el anterior, al parecer el maestre Derrick estaba en lo cierto, el invierno se acababa, había sido largo, esperaba que el verano que se acercaba lo fuese aun mas.

Echó a caminar hacia el oeste, esperaba no llegar tarde. Tras girar una esquina su punto de destino se mostró magnifico ante él. La roja piedra de la fortaleza le daba un aspecto inquietante, pero nadie podía negar su belleza. Recordó que la noche anterior el tal Squall Leonhart había mencionado una audiencia con el Rey, puede que lo encontrara allí.

Apretó el paso ya que no quería hacer esperar a la Mano. Había renunciado a la esperanza de reunirse con el Rey Robert, de todos modos, lo habría relegado a Jon Arryn, así que de ese modo le ahorraría el trabajo.