Capítulo 2C: En el campo del honor

A primera vista, en la explanada donde el torneo se iba a celebrar no parecía que hubiera sitio para él.

Al salir de Desembarco del Rey el espectador solo veía un mar de pabellones, pequeños y enormes (algunos de ellos llevaban una semana montándose); destacaban el de los Lannister de las Tierras Occidentales, en rojo y oro como su escudo; el de los Hightower del Dominio, no muy grande en área pero cuya gran altura no podía ser casual; el de los Baratheon de las Tierras de la Tormenta, alrededor del cual había una gran multitud de caballeros, porque el jovencísimo Lord Renly había venido solo a disfrutar del lado social del evento (aunque apenas tuviera 12 o 13 años, se decía que ya tenía amigos poderosos dentro de muchas casas e incluso una alianza informal con Lord Tyrell); y en el lugar que hace no tanto ocupara el pabellón Targaryen, el de los Baratheon de Desembarco del Rey. Todas las casas mayores con representación en el torneo tenían su pabellón (no la había de los Stark, que tan lejos vivían y tan poco gustaban de torneos; de los Greyjoy por los mismos motivos; ni de los Martell, cuya relación con la dinastía Baratheon era muy mala), y muchas casas menores también habían alzado el suyo.

Pero tras caminar unos minutos entre las tiendas y los caballeros se llegaba a un gran recinto bordeado por gradas que ya empezaban a ocuparse, con la forma de un rectángulo cuyos lados mayores eran mucho más largos que los lados menores, y por cuyo centro discurría una valla muy ornamentada de madera. El campo de justas de Desembarco del Rey, donde tantos héroes se habían dado a conocer, y donde tantos grandes caballeros habían quedado muertos o lisiados.

El torneo se celebraría, como de costumbre, a lo largo de 6 días. El cupo de 64 caballeros se había llenado fácilmente, así que no habría problema matemático alguno en hacer eliminaciones directas los 5 primeros días, y la semifinal y la final en el sexto y último día. Todos tendrían las mismas oportunidades, a priori.

Pero quién vencería en este torneo, quién quedaría humillado y qué dama sería nombrada la Reina del Amor y la Belleza, eso solo lo sabían los Siete.

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El campo de justas, a media mañana

Ventiséis caballeros habían justado ya antes que Ser Galbert Silverhill y su rival, Ser Lambert Ríos; el público seguía animando pero ya no lo hacía con la misma intensidad, y había cada vez más huecos en las gradas. Cómo le habría gustado ser de los primeros, al muy fantasma, pensó Newell mientras le acercaba una lanza de torneo a su hermano, que ya estaba subido al caballo.

-¿Está todo bien en la armadura, Newell? Noto un tirón en el hombro.
-No te preocupes, eso es -porque la única armadura de placas que te habías puesto hasta ahora era de hojalata, cuando posaste para ese puñetero cuadro- porque es el primer día y le falta rodaje. La he revisado mil veces.

Galbert asintió, aunque no parecía muy convencido. Agarró la lanza y se levantó por un momento el visor del yelmo.

-Es una pena que ese dolor de espalda te impidiera al final participar en la justa -dijo con voz ceremoniosa-. Sé que la esperabas con tanta expectación como yo, hermano. Aunque también habría sido penoso el caso de que tuviéramos que enfrentarnos.

-Sí, bueno, lo esperaba con mucha ansia, es una pena-Tú estarás loco pero yo no, en una justa te pueden partir el cuello fácilmente... y a mí me gusta mi cuello.-.

-En cualquier caso es para mí un honor que mi propio hermano me sirva de escudero en este lance -añadió volviendo a bajarse la visera al terminar.

-Sí, ya ves -murmuró Newell. Desconocido, llévate a este pedazo de capullo, llévatelo pronto para que no tenga que seguir escuchándolo....

Ser Galbert se dirigió a su lugar, al igual que el tal Ser Lambert Ríos hizo un poco más tarde. Newell se retiró a un rincón, con las lanzas a mano por si tenía que proveer de otra a su hermano pero lejos de Ser Lambert. Mejor que no me reconozca, nos ahorraremos líos.

-¡El Ríos está borracho como una cuba! -gritó alguien entre el público. Ciertamente, los movimientos del caballero no eran muy elegantes. Por momentos parecía a punto de caerse de su montura.

Newell sonrió.

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El público aplaudía mientras Ser Galbert volvía cabalgando a su lugar. Su oponente había caído en el primer lance; de hecho, ni siquiera había acertado a Galbert con su lanza.

Newell también aplaudía, con una gran sonrisa en el rostro, mientras se acercaba a su hermano.

-¡Enhorabuena, Galbert!

Ser Galbert se quitó el casco. Sonreía, pero no parecía muy satisfecho.

-Gracias... pero... no sé, era muy malo. Se sostenía sobre el caballo a duras penas.

-Eso es que tú eres demasiado bueno, hermano -dijo mientras le ayudaba a descabalgar.

Pues sí, fue una gran idea estar toda la mañana bebiendo vino cabezón con el bueno de Ser Lambert Ríos. A ver si mañana también anuncian los emparejamientos por adelantado, y puedo repetir la jugada.

Pues si... no creo que estuviera muy sobrio - El tejado del prostíbulo no estaba tan mal, era capaz de ver todo el campo de justas, e incluso si me esforzaba un poco, el tiro con arco - He visto a chavales tirar a gente mas fuerte... bueno... cuando se levante se arrepentirá de haber bebido tanto ayer

Necesitaba ver algo de sangre, tengo que quedarme hasta la semifinal como mínimo, la zorra de la reina no deja salir a nadie por motivos de seguridad...

La seguridad podría haberse quebrado si hubiese empleado la fuerza...solo había 3 guardias y mi cochero esperando...¿que son 3 cadaveres para las capas doradas? - La verdad que estos pensamientos me hacían ver con mas ansia las justas... - Espero que ver algo de sangre por el campo me relaje un poco

La gente iba y venía, tenía una vista de pajaro desde mi posición, podía ver a infinitud de capas doradas, soldados, escuderos, nobles....y a la reina y al bueno de Robert.

Supongo que si las señoritas descubrieran que estoy aqui llamarían a las capas doradas....bueno, no tengo intencion de atentar contra nadie de momento, y desde aqui se ve genial.

La cubierta del edificio era típica, con tejas inclinadas en los laterales, pero en la zona central una franja horizontal con 2 huecos de chimenéas que te podias apoyar perfectamente...justo en mi posición.

Pasaría aqui el día entero... aunque... es posible que esto no me dure mucho tiempo....

Si hubiera alguna forma de salir de esta asquerosa ciudad sin necesidad de derramar sangre...o al menos no demasiada... sería lo ideal - Concluí...

Tengo que volver... los guardias me estaran esperando en el norte, tengo que decidir el escudo de la casa con mi hermano, tengo que hacer otra visita a mi madre...

Tantas cosas que hacer y las puñeteras puertas cerradas...

¿Que pensarán de mi oferta estos 2 señores? - Dije... - Redhowl parece que se asienta en el norte, creo que el si vendrá, pero... el Highshield no tengo ni idea... los 2 despiertan curiosidad...

Olfatee el ambiente....

Huele a verano - Pensé, a la vez que vi una inconfundible capa roja ondeando en la calle contigua, al lado de un hombre con un hacha de mano colgada al cinto.

Hablando de los Otros - Concluí.

Vaya, vaya... ese borracho parece que les ha dicho algo... - Observé a un hombre que de lejos emanaba desprecio y desconsideracion, por supuesto, 0 honor.

Parece que tengo talento natural para ver a los que no merecen la pena - Pensé

Les estaba diciendo algo... obviamente, no podía oirlo.

Deseaba ver salir esa espada o esa hacha de manos de sus respectivos dueños...

Espero que se derrame sangre... veamos como reaccionan - Pensé...

Vamos señores... demuestrenme su fuerza, inteligencia y corage

Que decepcion... me gustaría haber visto sangre - Pensé.

El borracho se mezcló en la multitud, y Redhowl y el Highshield se quedaron en el sitio esperando... vete a saber que.

Tras varios minutos caminando entre los pabellones, Kalen y Alyssa llegaron al campo de justas. Mientras se acercaban a las gradas Redhowl buscó entre el gentío, pero no vio ni rastro de Ser Jackson ni de Leonhart.
Se volvió hacia Lady Alyssa.

– Muy bien, ya hemos llegado – le dijo sonriendo – ¿queréis que os lleve con vuestro hermano o vais a ir a los palcos?

Junto a ser Kalen, Alyssa llegó al campo de justas. Costaba trabajo abrirse camino entre la multitud, señal de que el torneo hacía ya tiempo que había comenzado. Se puso de puntillas para intentar atisbar algo de lo que estaba ocurriendo, intentando comprobar si uno de los caballeros que en ese momento se preparaban para participar era su hermano, pero poco fue capaz de distinguir entre tanta gente.

-Creo que iré a uno de los palcos, ser -se apresuró a decir, consciente de que la septa estaría por allí, buscándola.

Se giró hacia los ya mencionados palcos y abrió los ojos con incredulidad. Allí estaba la septa, charlando con otras dos mujeres de avanzada edad, copa de vino en la mano. A juzgar por el estado de su cara, estaba de todo menos sobria y, desde luego, nada preocupada por su paradero. Se acercó un par de pasos, pero cuando le pareció entender que la conversación trataba sobre los vinos de Dorne, se dio la vuelta.

-Creo que mejor voy a ver a mi hermano, no hace falta que me acompañeis, ser Kalen. Ya he sido demasiada molestia -sonrió con dulzura.

– Como deseéis, mi señora – dijo Kalen con una reverencia – no ha sido una molestia en absoluto – apuntó con una sonrisa – ha sido un autentico placer conoceros Lady Alyssa.

El joven caballero se despidió con una leve inclinación de cabeza, dio media vuelta y se dirigió hacia el palco. Al pasar junta a la septa que había mirado lady Alyssa, le lanzó una dibertida mirada, al parecer había bebido mas de la cuenta. Lo pensó mejor y en lugar de ir hasta el palco decidió acercarse hasta la valla que delimitaba el campo de justas.

Al llegar a la valla, se alegro de ver al comandante de la Guardia Real entrando en el campo a lomos de su enorme destrero gris. Al otro lado entró un caballero que portaba el escudo de los Redwyne.

– Ser Barristan Selmy contra ser Henric Redwyne – anunció el heraldo.

Uno de los escuderos de ser Barristan comprobó el escudo y el otro de dio la lanza. Se colocó en su posición y golpeó los flancos de su caballo con los talones, Redwyne hizó lo propio y ambos caballos echaron a correr. La lanza de Selmy impactó contra el escudo de ser Henric, pero la punta resbaló hacia arriba y la lanza fue a romperse contra el yelmo del caballero. Ser Henric parecia aturdido sobre la silla de montar, ser Barristan aproximó su caballo al Redwyne y le dijo algo, ser Henric asintió con la cabeza y alzó la lanza intacta. La multitud comenzó a aplaudir.

Ambos caballero regresaron a sus posiciones, el escudero de Selmy le tendió otra lanza.

Los dos caballeros picaron espuelas y aprestaron las lanzas. Esta vez ambos golpearon el escudo de su rival y las dos lanzas explotaron en un millar de astillas. Ser Barristan Selmy se inclinó violentamente hacia atrás, pero consiguió mantener el equilibrio, sin embargo, ser Hendric cayó de espaldas sobre el suelo embarrado con un sonoro golpe.

La multitud estalló en aplausos ante el comandante de la Guardia Real.

– ¡Ganador, Ser Barristan! – anunció el heraldo mientras Redwyne se levantaba y saludaba con una reverencia al ganador.

Kalen observó como ser Barristan se alejaba y se preguntó que tal lo habría hecho él de haberse enfrentado al viejo caballero. Puede que incluso pudiera haberse enfrentado al Matarreyes. Al parecer había ganado los dos últimos torneos celebrados en Desembarco del Rey y por los comentarios que había oído era muy probable que ganara este también.