Capitulo 2B: Escudos y Banderas

Redhowl arqueó una ceja, obviamente no se fiaba de aquel tipo.

– Dame dicha información y decidiré lo que vale – le dijo a la espada de alquiler. Odiaba a la gente cuya única motivación era el oro.

Espero que valga algo mas de lo que aquel pobre diablo llevaba encima Dijo Kayn sacando una bolsa bastante llena.

Antes de que llegara la guardia, pude coger un par de cosas que llevaba encima, una de ellas es esta bolsa bien llena de oro y la otra es un pergamino que quiza para mi señor, pueda significar algo mas que para mi. Los pergaminos no se comen.

Espero a que sus palabras y la visión del pergamino calaran en Redhowl. Cuando vio el gesto de perplejidad continuó hablando.

Me temo que aquel desgraciado habia cobrado una buena suma por asesinar a vuestra hermana. La bolsa me la ha dejado en herencia, ya que me temo que él va a fallecer pronto, pero el pergamino con sus ordenes, no creo que a mi me sirva de mucho. Aunque quiza a mi señor, si le interese saber quien pagaba a ese cerdo.

Kalen lo miró perplejo.

– Dámelo y te diré lo que vale – dijo alargando la mano y tratando de recuperar la compostura.

Aqui teneis buen señor, dadle buen uso.

Yo ire a dar buen uso a vuestro dragon de oro en alguna taberna. Un placer haberos servido Dijo Kayn inclinandose en una reverencia demasiado forzada.

Si me buscais estare donde mas vino del Rejo y mujeres haya.

– Ten por seguro que si me es de utilidad, seras recompensado – aseguró Kalen mientras el mercenario se alejaba.

Observó el pergamino enrollado durante un momento. Se dio cuenta de que realmente no era pergamino, si no papel, pero era grueso y parecía de calidad. La pequeña tira que lo rodeaba estaba manchada, pero sin duda se trataba de seda. Ahora no había duda de que los responsables de la muerte de su hermana eran nobles. Finalmente lo desenrollo. En él estaba escrito el nombre de su hermana y el de su esposo, con una caligrafiá digna del mejor maestre. También decía la posada donde se hospedaban, así como la habitación en la que dormían. Obviamente Kalen no encontró ninguna firma ni sello familiar, habría sido demasiada suerte para él y demasiada estupidez por parte de los conspiradores.

Cuando alzó la vista de nuevo, el mercenario había desaparecido y vio que ser Jackson lo miraba con preocupación.

- No me fiaria de un hombre que valora la vida de otros en su peso en plata -

Jack no quiso torcer en mayor medida el asunto. Podría ser que solo se tratase de una falsificación, y había una cosa que le alamarbava de verdad. Se inclino sobre el papel para comprobarlo. Evidenetemente se trataba de algo de buena calidad, y el tal Kayn no parecia capaz de escribir una letra como aquella, tan cuidada y pulcra, nisiquiera parecia saber escribir. El maestre de los Higshield había enseñado a Jack a leer, pero era cierto que no tenía tanta habilidad ni aficción el la lectua como Telo, a veces las palabras dificiles se le resistian y tenia que poner todo su esfuerzo en ello para desencriptar el mensaje. Eso hizo que una idea desagradable cruzara por us mente.

- Ser... ¿Os habeís fijado? ¿Quien daría una orden por escrito? - algo le intraquilizaba - La mayoria de la chusma, maleantes y espadas a sueldo no saben leer. ¿Para que se molestaria alguien en darle un objeto inutil a un donnadie analfabeto? -

No se atrevia a acabar de decir lo que pensaba << A no ser que el que se ocupara de los asesinatos no fuese ni un maleanto ni una espada a sueldo, y mucho menos de la chusma >>

Sin duda ser Jackson era un joven de mente ágil. A Kalen no se le habia ocurrido hasta que el joven caballero lo comentó.

– Desde luego el tipo al que vi en las mazmorras, no tenia pinta de saber leer – afirmó Kalen volviendo a examinar la carta, ¿se le había pasado algo por alto? – a no ser...

Kalen sostenía entre los dedos la suave cinta de seda que anudaba el pergamino, aun tenia pequeños restos de lacre. Aquello le abrió los ojos hacia otro camino. Si había sido la casa Calgar, se había cubierto bien las espaldas. Normalmente una casa con un color llamativo en su escudo usa lacre o cera de dicho color para sellar sus cartas o documentos, o simplemente se utilizaba el color rojo, que era el mas sencillo de conseguir tintando la cera con cinabrio, el resto de colores eran costosos de conseguir, por lo que una casa solo dispondría normalmente de la cera tintada con el color de su enseña y probablemente roja.

Los restos en la seda eran azules. La casa Calgar lucia el amarillo en su escudo, si habían sido ellos, ¿habían tratado de incriminara otra casa? Eso explicaría las instrucciones por escrito.

– Sera mejor que esto lo guarde para mas tarde – dijo Kalen mas para si mismo que para Peacock – será mejor que continuemos con nuestra visita al campo de honor – alzó la vista hacia Jackson – la casa Calgar, ¿os suena?

<<Sigue sin querer decir nada, esto le corroe por dentro>> Jack se apresuro a contestar.

- Las Islas Escudo son pequeñas Ser. Llevo unos meses de viaje por el Sur, pero no he oido hablar de esa casa -

Al continuar la conversación tambien continuo su movimiento por el lugar, dejando atras el pavellon de la Casa Real. Durante un segundo había oblidado que tenía que ir a entregarle la carta a Lord Emrly, y encima no sabía si estaria justando o descansado en su pavellon. Tanteo el horizonte con la mirada, pero no veia el escudo de la Cabeza Uro por ningun sitio. Tambien le inquietaba el tema de Ser Kalen y el asesinato de su hermana.

- Antes me habías hecho esa misma pregunta, Ser. ¿Sospechaís de ellos? -

Será mejor que me baje de aquí... ya llevo mucho mucho tiempo aqui... - Fuí al tejado de al lado que estaba aproximadamente un metro mas abajo que el tejado en el que estaba, el salto fue facil.

Y ya de ahí no hubo problema en saltar a la calle...2 metros y medio aproximadamente...

Un tumulto de gente se quedó mirandome, bah...ya se les pasará.

Empecé a dirigirme hacia el lugar en donde se situaban mis...Posibles invitados en el furuto.

Que vagueza...

¡¡¡Redhowl, Highshield!!! - si no habían oido...estaban sordos...entonces...el acercamiento lamentablemente tendría que acercarme a buscarles de verdad.

– Os seré sincero, ser Jackson – le dijo Kalen sin detenerse – en este momento no se en quien puedo confiar, pero hay algo en vos que me inspira cierta confianza. Del mismo modo que hay algo en mi interior que me dice que los responsables de la muerte de mi hermana son los Calgar.

Los dos caballeros avanzaban entre los pabellones, pasaron junto al pabellon carmesí de los Lannister, situado junto al del Rey, un puesto de gran honor. Pasaron junto a los de grandes casas y a pabellones mas humildes de casas mas pequeñas. Pasaron junto al pabellón azul de los Frey, junto al burdeos con racimos bordados de los Redwyne y a las manzanas rojas y verdes de los Fossoway, asi como el de muchas casas que no reconoció.

– Desde que tengo memoria, Lord Marnay Calgar ha envidiado a mi casa – continuó Kalen – según mi padre, Lord Calgar opina que Lord Hoster Tully siempre ha beneficiado mas a nuestra casa que a la suya, pero bien saben los dioses que mi casa siempre ha contestado a todas las llamadas del señor de Aguasdulces, cosa que no podria afirmar de los Calgar – la voz del joven transmitía rencor – la gota que colmó el vaso la puso Arkayl Calgar, el primogénito. Decidió pedir la mano de mi hermana Kayla. He de admitir que cuando oí sus palabras me reí en su cara – una sonrisa surcó su rostro al recordarlo – Obviamente mi padre se negó, aunque de no haberlo hecho, mi hermana nunca habría consentido. Desde ese momento han pasado cuatro años, pero siempre nos han guardado rencor.

Kalen se detuvo al ver la carpa amarilla y negra. Junto a la entrada había una pica con un escudo. Kalen miró el escudo y entornó la mirada. El puño negro sobre fondo amarillo. El puño de los Calgar.

– El asesino de mi hermana afirma que bajo las bastas capas que llevaban los que le contrataron llegó a ver telas amarillas con algunos toques negros. Supongo tras lo que os he contado entendéis mis sospechas – se dió la vuelta para mirar a ser Jackson a la cara – ahora si me disculpáis tengo un asunto que tratar, si no me demoro demasiado iré a buscaros al pabellón de Lord Emrly.

Escuchó a lo lejos una voz conocida que le llamaba.

– Disculpaos por mi ante Leonhart – le pidió a Jackson.

Kalen se dio la vuelta y echó a caminar en dirección a la carpa de los Calgar.

Ser Jackson no tubo otro remedio que quedarse con la palabra en la boca. Entendia la preocupación del caballero, pero intentaba mantener la cabeza serena. Eran acusaciones graves, y aparte de sospechas no tenía mayor pruebas ¿Pudiera ser que el dolor de su perdida le nublara la razón?

<<Dale un voto de confianza, y el hecho del pergamino... ¿Es que tu tampoco sospecharias con tal perfil?>> Si lo Clagar habían venido al torneo del nombre merecia la pena ver si tiene intención de participar... ¿Y la carta a Lord Emrly? <<Espero que no me este esperando, el viejo Noir decia que era un cascarabias>>.

A esas que llego Leonhart.

- Ah... hola S...- durante un segundo iba a llamarlo de "Ser" pero se retracto - Pensaba que ya estabaís de camino a Invernalia ¿Los vino de Dorne y el Rejo no os han dado una tregua? -

Estaba comenzando a pensar que ser Readhowl tenía la capacidad de atraer al comerciante de vinos como la miel a los osos ¿O seria él? Cualquier cosa era mejor que pensar que Leonhart les perseguia, o perseguia a Ser Kalen, como los asesinos que iban los Readhowl. Durante un segundo se pregunto si Squall Leonhart sabría leer...

Cuando Kalen llegó al pabellón de los Calgar la cabeza le daba vueltas, no sabia que iba a encontrarse ni lo que iba a hacer. Una parte de su ser le pedía a gritos que desenvainara a Aullido y entrara dando mandobles a diestro y siniestro hasta acabar con todos los Calgar que se encontraban bajo la tela amarilla y negra. Pero sabia que no es lo que debía hacer.

Escuchó risas procedentes del interior y de pronto la tela que hacia las veces de puerta se abrió. Del pabellón salió un hombre que no conocía con una amplia sonrisa bajo el espeso bigote. Lucia un tabardo negro sobre la armadura y en el pecho llevaba un gran búho azul con un rubí en cada ojo, tras él salio otro hombre. A ese si lo conocía.

– Ser Kalen Redhowl – exclamó Arkayl Calgar – disculpadme ser Mesmer, debo saludar a mi viejo amigo ser Kalen.

El caballero del bigote le dedicó un leve cabeceo a Kalen y otro a Arkayl y se marchó en dirección al campo de justas. Arkayl Calgar lucia una amplia sonrisa y miraba a Kalen con la expresión de alguien que encuentra a un amigo tras un largo tiempo, sin embargo, cuando le reconoció, Kalen creyó ver un ligero atisbo de sorpresa y temor.

– Me alegra ver que habéis venido al torneo – Arkayl Calgar era pocos años mayor que Kalen, pero parecía que tenia treinta – decidme, ¿como esta vuestro padre? ¿y vuestros hermanos? – no dio tiempo a contestar – ¿Como esta Kayla? – exclamó como si acabara de acordarse. Kalen vio un ligero brillo de crueldad en sus ojos.

– Kayla esta muerta – dijo Kalen sin sutilezas.

Arkayl se mostró sorprendido y le ofreció su mejor cara de consternación. Estuvo a punto de darle un puñetazo, probablemente su cara habría mejorado después de besar el acero de su guantelete. Se dio cuenta de que Calgar no apartaba su mano de su cinto, siempre cercana al puño de su espada. ¿Era una confirmación? ¿O simplemente se sentía intimidado por Kalen?

– Fue asesinada – continuó – en su habitación de la posada. Junto a su esposo.

– Es terrible – la consternación de Arkayl parecía aumentar. Kalen comenzaba a dudar.

– Con eso queréis decir que no tuvisteis nada que ver – no pudo aguantar mas.

– Me insultais, ser – dijo Calgar indignado.

Kalen lo miraba fijamente, hasta que el caballero vestido de amarillo cambió de expresión y se irguió como un pavo.

– Si queréis culpar a alguien, culpad al esposo que no la supo proteger – inquirió – si se hubiera desposado conmigo, ahora estaría aquí, a mi lado, viva.

El rostro de Kalen se crispó por la ira. La mano de Arkayl se acercó mas a la espada. Kalen se dio cuenta de que un grupo de capas doradas estaba pasando tras a él. Calgar los había visto y lo provocó. Las dudas se había disipado, estaba seguro de que había sido él quien había encargado el asesinato, o al menos uno de los que lo habían hecho. “Primero justicia” pensó Kalen “la venganza vendrá después”.

– ¿Que tal esta vuestro padre? – preguntó Kalen.

– Mejor que vos y que yo – dijo Arkayl sonriendo.

– Me alegro – no se alegraba – ahora debo marcharme – dijo tendiéndole la mano a Calgar – os aseguro que veré apagarse la vida de los ojos del responsable de la muerte de mi hermana – le susurró acercándose cuando le estrechó la mano.

– Avisadme cuando suceda – contestó Arkayl – será motivo de celebración.

La cínica sonrisa de ser Arkayl Calgar se le clavaba como un cuchillo a Kalen. De pronto Kalen vió el oscuro hueco en uno de los costados de su sonrisa. Fue la primera vez en toda la conversación que sonrió sinceramente recordando el puñetazo que le había propinado hacia seis años, de un solo golpe le quitó la dignidad y una muela.

Ser Kalen soltó la mano enguantada de Arkayl Calgar y se dio la vuelta. Decidió buscar la tienda de ese tal Lord Emrly. Ni siquiera conocia sus colores, esperaba toparse con algun maestre o algun mayordomo amable que le indicara donde buscar.


Mientras Kalen se alejaba, la sonrisa de ser Arkayl Calgar fue diluyéndose poco a poco hasta convertirse en una mirada de odio. Maldijo entre dientes y se adentró en su pabellón con la negra capa ondeando tras él.

No, los vinos ya están en buenas manos, pero los deseos que tengo de salir de aqui son mayores - Y era verdad...desembarco del rey ahora me parecía lamentablemente deplorable...no se si es por las ganas de irme pero...no veo atractivo en esta ciudad...me espera el caluroso frio Norteño

Veo que os llevais de fábula con algunos del lugar, desde los cielos se ve bastante bien - le dije mirandole a los ojos - Y también soy capáz de apreciar que a ustedes 2 os ocurre algo, debo deciros por simple cortesía que teneis mi ayuda en lo que deseeis - Total...con ver sangre...me conformaría ahora mismo

Atrás quedan los deseos de mis hermanos.

Alyssa se escabulló por entre los pabellones. Por una vez desde su llegada a Desembarco, se encontraba sola. Su hermano Donnel estaba con su escudero, intentando meterse en una armadura que había dejado de ser de su tamaño en su anterior día del nombre; y en cuanto a la septa… Bueno, se había parado a admirar el campo de justas y, cuando se dio la vuelta, su joven prisionera ya no estaba allí. Seguramente, al volver le caería una buena reprimenda.

¿Y qué más da? Las septas sirven para enseñar a las niñas pequeñas a comportarse. Le diré a Donnel que yo no quiero a una siguiéndome todo el día, y menos a esa vieja arrugada…

Mentira. Aceptaría los reproches con la cabeza baja, como había hecho siempre, y luego seguiría bajo la vigilancia de la mujer. Se sintió culpable por estar ya pensando en las repercusiones de su acción. Para unos momento que tenía libre… ¿No podía disfrutarlos como era debido? No, no podía, porque la habían enseñado que no se debía desobedecer, porque seguramente la septa correría a contarle a Donnel que ella había desaparecido, y su hermano… ¿Dejaría el torneo por ir a buscarla? No, ella no era tan importante para él, pero de todas formas… Suspiró, dándose de la vuelta y uniéndose al afluente de personas, caballeros y damas, que se encaminaba hacia el campo de justas.

Le diré a la septa que la he perdido entre tanta gente. Sólo han sido cinco minutos, tal vez ni se haya dado cuenta

Decepcionante. Eso era lo que había durado su primera y única escapada, cinco minutos.
Estuvo a punto de sonreir al no reconocer ninguna cara por los alrededores. Bien, así podría fingir que no se había alejado del campo de justas, y la septa no le diría nada a Donnel... La poca calma que había conseguido reunir se esfumó al sentir un tirón casi imperceptible de la bolsa de monedas que llevaba colgada del cinturón. Instintivamente, alargó la mano para comprobar que la bolsa seguí en su sitio… Pero no, ya no estaba allí.

¡Maldición, maldición, maldición! ¿Por qué no me habré quedado con la septa?

Alzó la vista, a tiempo de ver al pilluelo que la había robado desaparecer tras uno de los pabellones. Incapaz de gritar, hizo lo primero que le ordenó su cuerpo, correr detrás de él. Salió del camino principal, adentrándose en el mar de pabellones, cada uno decorado con los escudos de la Casa, siguiendo el rastro del pequeño ladrón y manchándose el vestido de barro. Casi podía oir los comentarios de su septa: Por favor, Alyssa, ¿te parece ésta una forma decorosa de comportarte, corriendo como una vulgar vivandera?

-¡Detente! –gritó, recuperando el habla al fin. Al escuchar su voz, la rata callejera aceleró el ritmo. Era incapaz de alcanzarle, así de simple. Notó como los ojos se le llenaban de lagrimas y se maldijo así misma por su debilidad, pero no podía permitirse dejar de correr o perdería al ladrón definitivamente. Donnel iba a matarla, aquellos era buena parte de sus ahorros. Estaba claro, nunca iba a volver a depositar su confianza en ella. Nunca.

– Gracias, maestre – le dijo amablemente al viejo.

“Gracias por nada” suspiró mientras observaba alejarse al viejo maestro con su pesada cadena al cuello. Llevaba un buen rato tratando de localizar el pabellón del tal Lord Emrly, pero al parecer poca gente conocía su casa. A decir verdad ni siquiera sabia si Emrly era el nombre de la casa o del propio señor, cosa que no le ayudaba demasiado.

Decidió ir al campo de justas, ya encontraría a ser Jackson mas tarde. Entre dos pabellones vio cruzar a un muchacho, tras él corría una joven noble, a juzgar por su vestido.

– ¡Detente! – gritó sin detenerse.

Kalen comprendió que era un ladrón. Echó a correr en paralelo al ladronzuelo, se maldijo por llevar la pesada armadura que limitaba enormemente su velocidad. Por suerte, el muchacho dobló a la derecha en el siguiente pabellón y cruzó justo por delante de él. Kalen interpuso su espada envainada en el camino del joven picaro, sus piernas se enredaron en la vaina y el pillastre cayó al suelo violentamente.

Kalen se avalanzó sobre él. Se sorprendió al ver que no era mas que un muchacho de la edad de su hermano Harald. El chico se escabulló y echó a correr de nuevo. Kalen se dispuso a seguirlo pero se detuvo al ver la bolsa caída a sus pies.

Se agacho para coger al bolsa y escuchó los rapidos pasos de la muchacha acercandose y su jadeante respiración.

Sin dejar de correr, observó como un joven vestido con armadura, seguramente uno de los caballeros que participaban en el torneo, se interponía en el camino del ladronzuelo y, usando la vaina de la espada, lo hacía caer.

Al fin, se detuvo. Se apartó un par de mechones de cabello, ya que se había despeinado durante la carrera. Tras unos segundos, cuando hubo recuperado el aliento, se acercó al caballero que la había ayudado. Suspiro, aliviada, al ver la bolsa que éste sostenía. Al menos, todo había quedado en un susto. Donnel no se enteraría jamás.

-Ser… –comenzó. Nunca se le habían dado bien los agradecimientos. No, eso no era del todo exacto. Simplemente, no se le daba bien hablar con la gente, y menos con desconocidos, le daba demasiada vergüenza - Yo… quiero daros las gracias. Si no hubierais llegado a detener al ladrón… -sonrió con timidez. El rubor que había cubierto sus mejillas durante la carrera se intensificó. Genial ¿Qué clase de persona no era capaz de hilar dos frases seguidas? Ella, sólo ella.

Kalen se levantó y se dio la vuelta para encararse a la joven. Era hermosa. Trataba de arreglarse el oscuro cabello revuelto por la carrera. Su rostro ya sonrojado, se turbó al dirigirse al caballero.

– A sido un honor, mi señora – contestó Kalen con una ligera reverencia – Soy Kalen, hijo de Arys, de la casa Redhowl – continuó – creo que esto os pertenece – entendió la mano para acercarle la bolsa.

Kaled de la casa Redhowl... Por desgracia, no recordaba haber oído hablar nunca de ella, aunque no era extraño. A su hermano le gustaba estudiar la historia de las Casas menores para saber siempre con quien trataba, pero no era su caso. Como no estaba dispuesta a dejar patente su ignorancia en aquel momento, asintió.

-Yo soy Alyssa, de los Hethlys del Valle –aún con una ligera sonrisa de agradecimiento, correspondió a su reverencia con otra leve inclinación- Gracias -musitó. Cogió la bolsa que él le tendía y volvió a colgarla del cinturón, esta vez, bien oculta por la capa. Sería raro sufrir dos robos en el mismo día, pero no estaba dispuesta a arriesgarse.

-De verdad, no sé como agradecéroslo. Si hay algo que yo, o mi hermano, pudiéramos hacer por vos... -se mordió el labio, sin conseguir hacer desaparecer del todo el rubor. A Donnel no le haría ninguna gracia enterarse de que, tras huir de la septa, casi se había encargado de perder todo su dinero, pero se sentía en deuda con el caballero. Al fin y al cabo, si él no hubiera aparecido en el momento justo, el ladrón se habría llevado todo.

– No hay nada que agradecer lady Alyssa – replicó Kalen – solo he cumplido mi obligación como caballero.

Había algo en aquella joven que le recordaba a su hermana. Su larga cabellera oscura era igual que la de Kayla y su piel era pálida y parecía tan suave como la de ella.

– ¿Queréis que os acompañe a algún sitie, mi señora? – cuestionó con una dulce sonrisa – no querría que volviera a sucederos nada.

Volvió a colocar la espada envainada en su cinturón y se recolocó la capa carmesí sobre los hombros.

Su ofrecimiento hizo que recordase a la septa, que seguramente estaría revoloteando por allí, en su búsqueda; y a Donnel, que estaba a punto de participar en su primer torneo. Seguramente estaría tan nervioso que ni se habría dado cuenta de su repentina desaparición, pero Alyssa quería llegar a tiempo para verle participar. Dudaba de que aguantase más de un lance.

-Si fuerais tan amable, ser… Ahora mismo tendría que estar en el campo de justas -dijo, no pretendía ser una molestia para el caballero, él ya había hecho suficiente deteniendo al ladrón. Se obligó a sonreír.

– Precisamente me dirigía hacia allí – afirmó manteniendo la sonrisa.

Por fin el rubor de la joven se había atenuado y mostraba una bella sonrisa. Kalen hizo un gesto con el brazo para indicarle que le acompañara y echaron a andar entre la multitud hacia el campo de justas.

– De modo que alguien os espera en las justas – inquirió el caballero adecuando su paso al de lady Alyssa.

Se unió a ser Kalen y ambos emprendieron el camino hacia el campo de justas. Según se iban acercando a su destino, la afluencia de gente era cada vez mayor. Al escuchar la pregunta del caballero, asintió.

-Mi hermano participa en el torneo -ladeó la cabeza para observar a su interlocutor - ¿También competiréis vos en las justas, ser? -preguntó con curiosidad, observando con especial interés la armadura y la espada que llevaba el caballero.

– Me temo que no me encuentro con demasiado animo para ello – replicó Kalen perdiendo la sonrisa – Vine a Desembarco del Rey a participar, pero...

A Kalen volvió a asaltarle el recuerdo de las sabanas cubiertas de sangre.

– Mi hermana y su esposo fueron asesinados – dijo por fin – comprenderéis que no me queden ganas de participar – una melancólica sonrisa acudió a su rostro al recordar como jugaba a las justas con su hermana cuando apenas tenían unos seis años.

Observó como la sonrisa del caballero se esfumaba ¿Qué había dicho ella para hacer que reaccionar de esa forma?

-Eso es... eso es horrible - titubeó tras escuchar la explicación de Ser Kalen, sin saber muy bien que es lo que debería decir en una situación así- Yo... siento habéroslo recordado.

Todo el color que habían perdido sus mejillas volvió de golpe. Desvió la mirada, avergonzada otra vez, y sintiéndose tremendamente culpable por haber sacado aquel tema de conversación.

Kalen vio la turbación en el rostro de Alyssa.

– No ha sido culpa vuestra mi señora – se apresuró a decir – se hecho hoy he recibido una buena noticia al respecto – continuó – su asesino ha sido apresado y mañana mismo será ejecutado.

Kalen se sentía culpable, Alyssa se creía responsable de su perturbación.